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Por GUADI CALVO *
La resonante y esperada renuncia del primer ministro turco Ahmet Davutoglu, se asienta fundamentalmente en la necesidad del presidente Recyp Tayyip Erdogan de una reforma constitucional que eliminara el cargo de primer ministro, para establecer un régimen netamente presidencialista que le permita ampliar su poder.
La renuncia de Davutoglu, quién había piloteado las discusiones con la Unión Europea (U.E), en Bruselas, que terminaron de sellar los cuestionables acuerdos sobre la crisis de los refugiados, en vigencia desde el 20 de marzo, y que atempero el flujo de refugiados fundamentalmente sirios desde Turquía a Grecia, parece no ser la mejor noticia para la U.E. ya que algunos consideran que el acuerdo respecto a los refugiados podría ser revisto por Ankara.
Davutoglu a la vista de Bruselas esta considerado como un moderado, a comparación del actual presidente, que si bien autorizó la firma del acuerdo, en sus ansias de poder podría recurrir otra vez a la extorsión para conseguir más beneficios.
Por otra parte la U.E., que todavía no ha desembolsado los fondos acordados con Turquía, unos seis mil millones de euros para “atender” a los refugiados, debe resolver el número de refugiados que serán admitidos en territorio de la UE una discusión que tiene todo el aspecto de prolongarse por mucho tiempo.
Entre tanto quedan pendientes otras dos cuestiones, la primera que tendría que ser de resolución inmediata referida al fin de la exigencia de visado para los ciudadanos turcos para el ingreso a la zona de libre transito europeo conocida como espacio Schengen y la más difícil: el ingreso de Turquía a la UE.
Los desacuerdos entre el presidente Erdogan y su ahora ex primer ministro fueron dados por la demora europea respecto a los visados y una cuestión muy cara a Erdogan, el fin de las duras críticas tanto por parte de los funcionarios de la UE, como de la presa. Además Davutoglu, ha generado desconfianza en el Presidente por el protagonismo alcanzado en esas negociaciones. La postura dialoguista de Davutoglu frente a los kurdos, tampoco satisface a Erdogan, quien pretende combatir hasta la aniquilación al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), e incluso quitar los fueros a los diputados del partido pro-kurdo Democrático de los Pueblos (HDP), denunciándolos como pertenecientes a una organización terrorista.
Se menciona como sucesor de Davutoglu, a hombres del riñón de Erdogan como el actual ministro de Transportes, Binali Yıldırım, su yerno Berat Albayrak, casado con la hija mayor del presidente, Esra y desde 2015 ministro de Energía, Numan Kurtulmus, viceprimer ministro y Bekir Bozdag ministro de Justicia.
Por su parte Ahmet Davutoglu, convertido en uno de los hombres más populares de la política turca, además de presidir el Partido de la Justicia y el Desarrollo (Adalet ve Kalkinma Partisi) o AKP fundado por él y junto a Erdogan, esta en condiciones de crear una línea interna de oposición al presidente dentro del partido.
La reforma constitucional a la que aspira el Erdogan posibilitará el fin del laicismo establecido en 1924 por el padre de la nueva Turquía Mustafa Kemal Atatürk, a lo que Davutoglu se opondría.
Los enfrentamientos entre Davutoglu y Erdogan, no solo se dan en lo que se refiere a la política nacional sino también a la política exterior, sería bueno recordar aquí, que Davutoglu fue ministro de Exterior entre 2009 y 2915. Mientras el presidente pretende un mayor acercamiento al mundo islámico, que iría por otra parte en contra de su aspiración a ingresar a la UE, el ex primer ministro aspira a relaciones estratégicas entre Turquía y la Unión Europea, lo que acercaría el ingreso de Ankara a la UE.
En línea a la adhesión europea de Davutoglu, un blog anónimo publicó a principios de mes el informe “Pelikan” en el que es acusado de: “traicionar a Erdogan vendiéndose a Occidente e impidiendo la transición política en Turquía”.
El sultán Recep
El Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) fundado en 2001, nació con fuertes vinculaciones con el islamismo radical, el salafismo y los Hermanos Musulmanes.
En sus casi quince años en el poder el AKP ha ido radicalizando su ideología y alejándose del laicismo de Ataturk.
Recep Tayyip Erdogan, tres veces presidente (2002, 2007, 2011) ha dirigido el país hacia lo que muchos consideran una islamización gradual.
Erdogan, ha afirmado aspirar a una “nueva Turquía”, como lo anunció en su discurso del IV Congreso de su partido, en que llamó a los turcos a celebrar la batalla de Manzikert, de 1071 en la que el ejército otomano a las órdenes del sultán Alp Arslan venció a las tropas bizantinas de Romano IV Diógenes, lo que significó el comienzo de la caída del Imperio Bizantino y lo que permitió la creación el nuevo sultanato de Rüm. Esta vuelta a las “fuentes”, da a sospechar que Erdogan estaría acariciando la idea de la creación de un régimen “neo-otomano”, donde la idea de la supremacía racial no queda excluida, a pesar de que Turquía tiene solo un 50% de los turcos (sunitas), un 20% son alevíes (alauitas chiítas), 20% son kurdos y el 10% restante de diferentes minorías católicas y cristianas. Muchos analistas sostienen que el actual presidente turco se esta ofreciendo como candidato para encabezar una alianza musulmana.
En su camino a la islamización de Turquía, Erdogan a acotado el poder del Ejército, a quien el padre de la nación Ataturk, le había dado un rol clave para el desarrollo de la joven y laica Turquía, al tiempo Erdogan en 2012 aumentó un 20 % el presupuesto de “Asuntos religiosos”, ha propiciado la creación de más escuelas islámicas o madrassas, la construcción de más de 10 mil mezquitas desde 2002, a la vez que se esta introduciendo, tal como lo intentó el derrocado presidente egipcio Mohamed Mursi, la sharia o ley islámica en la vida cotidiana limitando la venta de bebidas alcohólicas y comenzando a permitir el uso del velo islámico, incluso en la administración publica, prohibido por Ataturk en 1924.
El proceso de islamización de la sociedad turca, viene acompañado de la llegada a los centros urbanos de grandes sectores sociales provenientes del campo, donde la religión se mantuvo más allá de las restricciones del estado laico.
Erdogan en su ascenso a la construcción de un estado islamista y conseguir la adhesión de muchas naciones musulmanas, ha operado con descaro contra gobiernos laicos como el de Bashar al-Assad en Siria, donde el extremismo musulmán dispuso de Turquía como una verdadero cuartel general.
Erdogan en su política interna ha planteado verdaderos planes de exterminio contra el pueblo kurdo y organizaciones de izquierda. Además cuenta con el mérito de tener el promedio de encarcelamiento de periodistas más alto del mundo, al tiempo que mantiene una muy aceitada política de intimidación y represión contra su pueblo. Turquía está a caballo entre Asia y Europa, tiene vecinos muy convulsionados como Siria e Irak, países con alto grado de conflictos internos como Egipto o las petromonarquías del Golfo; una secreta y buena relación con Israel y hacia el Este países en bancarrota como Grecia o Chipre, una situación geopolítica que podría permitirle a Erdogan, si se maneja con elegancia con los militares turcos y el departamento de Estado Norteamericano, alzarse con la corona de Sultán.
* Escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central / La Señal Medios.
