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Por CARLOS CHINO FERNÁNDEZ *
En la década del ´90, las centrales sindicales obreras necesitaron una buena cantidad de años para centralizar la conducción de las luchas sociales, en una Argentina castigada por un modelo neo-liberal que dejó sus huellas dramáticas en la vida de una gran parte de nuestra población.
Fue así, que a partir de la Huelga Nacional General con cortes de ruta del 14 de agosto de 1997, la CGT y la CTA, confluyen decididamente sobre el centro político y territorial de nuestro país. Esta confluencia se produce después de un largo proceso de enfrentamientos sociales que abarcó desde el santiagueñazo de 1993, con sus picos de confrontación emblemáticos entre 1995 y 1997, en Cutral- Co y Plaza Huincul por el Sur y en Jujuy y Salta por el Norte de nuestro país.
Hoy en día, se precisaron solamente 4 meses de la nueva gestión de gobierno para que todas las centrales obreras y las organizaciones de base territorial confluyeran en una jornada de lucha: ¿A qué se debe este acontecimiento?
Durante la década kirchnerista, todos los sectores del trabajo, ya sea de organización sindical, como los de organización barrial, se han fortalecido. El gobierno actual, es claramente portador de un modelo de desarrollo no congruente con el despliegue de la industria pequeña y mediana nacional y del desarrollo del mercado interno; sino más bien, concibe el desarrollo, ponderando nuestras ventajas comparativas naturales, como ser las históricamente expresadas en el modelo agro-exportador, con el agregado de las industrias extractivas y la preponderancia de la banca extranjera.
Una opción de clase
La marcha fue una marcha de clase. Se movilizo la clase obrera, los trabajadores argentinos organizados en las cinco centrales sindicales de tercer grado y los movimientos de trabajadores organizados en los territorios y en la economía informal. Ese es el sujeto social que protagonizó la marcha del 29 de abril de 2016. El actor político que lo sintetizó es la CGT y la CTA.
La lucha parlamentaria y la lucha callejera
La lucha parlamentaria, transcurre en intensas negociaciones por los alcances de los proyectos de leyes vinculados con la emergencia laboral, los despidos, el 82% móvil para los jubilados, el impuesto a los altos ingresos, etc. Entre tanto, la movilización de trabajadores, marcó la agenda social y política con los temas más acuciantes para resolver.
Los CEOs-boy, nunca pudieron distinguir las diferencias entre un desfile de ciudadanos alegres y una marcha social con proyección política. Siguen intentando auto convencerse, que la marcha del 29, fue solamente una marcha de los trabajadores para festejar el 1ro de mayo…
De la marcha del 29 a la Huelga General Nacional
La marcha obrera estableció claramente la agenda política. Fue un acto de clase, especialmente para un gobierno de clase. No solo eso, se dijo de manera contundente a través de sus dirigentes que fue un hecho dirigido hacia toda la clase política y hacia los empresarios (sic). Más claro…Se dijo también: es una alerta temprana para los responsables del gobierno.
Se dieron pasos para el proceso de unidad de las centrales que tanto para la CGT como para la CTA, tendrán sus tiempos y formas, pero que su desarrollo en nada condicionará la emergencia de los intereses de la gran mayoría del pueblo argentino. La unidad, es el producto de la misma acción práctica
La pelota está ahora en el parlamento, en los diferentes agrupamientos políticos, pero también en el Ejecutivo. Dependerá de los dirigentes políticos que agenda seguir, si la que se expresó en la calle este 29 de abril, o seguirán siendo funcionales a los medios de comunicación, en la búsqueda infructuosa de la ruta del tesoro perdido. En tal caso, se recomienda la lectura Louis Stevenson, en la Isla del Tesoro que les ahorrará trabajo.
* Instituto Arturo Jauretche / LSM
