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VERGÜENZA / Avanza el golpe en Brasil contra el gobierno popular

 

La presidenta brasileña, Dima Rousseff, quedó a un paso de enfrentar un juicio político con miras a su destitución, después de que la Cámara de Diputados decidió por 367 votos frente a 137 que el ‘impeachment’ deberá proseguir en el Senado.

La oposición impulsada por los sectores concentrados de la economía y los grandes medios,  superó con holgura los dos tercios preceptivos (342) que precisaba, mientras que el oficialismo quedó lejos de los 172 votos que hubieran mandado el proceso a los archivos del Parlamento.

El resultado se conoció tras una votación que se prolongó durante unas siete horas y siguió a un maratón de debates que había comenzado el pasado viernes y que continuó en forma ininterrumpida hasta la mañana de hoy.

“Que Dios tenga misericordia de esta nación”. La frase, pronunciada por el presidente del Parlamento brasileño, Eduardo Cunha, durante la votación, bien puede describir la situación que vive el país. Cunha, presidió la votación durante una sesión en la que los legisladores ofrecieron un espectáculo más propio de un circo que de un recinto parlamentario.

Banderas, pancartas a favor y en contra del Gobierno, gritos, descalificaciones, abucheos y hasta canciones marcaron una jornada que debía ser histórica para el futuro del país y que derivó en el griterío gorila cuando se confirmó la derrota del Gobierno.

“Yo soy brasileño, con mucho orgullo, con mucho amor”, entonó la oposición arrastrada por el frenesí cuando Bruno Araújo pronunció el voto 342 a favor del juicio contra la presidenta y confirmó la derrota del Gobierno.

“Cuánta honra me reservó el destino para dar este grito en nombre de todos los brasileños”, dijo el diputado del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB) al dar la victoria a la oposición, que estalló al grito de “Fora Dilma” y rodeó a Araújo como si fuera el goleador que hubiera dado el triunfo a la selección nacional en la final de un Mundial.

Poco después, Cuhna confirmó el avance del proceso de destitución contra la presidenta y la oposición entonó el himno nacional agitando banderas y enarbolando pancartas contra Rousseff. Fue el colofón a una sesión que por momentos se acercó al surrealismo y mostró escenas más propias de una discusión callejera que de un debate parlamentario.

Solo un puñado de diputados habló del maquillaje de las cuentas públicas que ha servido de pretexto para el juicio, muchos invocaron a Dios, a la Patria y a la familia antes de emitir sus votos, aunque hubo también quien se encomendó a “Santa María Magdalena” o quien justificó su decisión por “el futuro” de sus hijos.

La campaña destituyente asentada en la presunta corrupción de un gobierno que mejoró las condiciones de vida de las franjas más humildes del Brasil quedó evidenciada cuando  uno de los legisladores opositores se exaltó: “Contra la demagogia, por un gobierno decente”. Todos saben en América latina a quiénes se considera gente “decente”.

“Esto pasará a la Historia como la mayor farsa de la democracia brasileña. Una presidenta juzgada por un tribunal compuesto por un presidente del Parlamento y más del 50 por ciento de sus miembros acusados por la Justicia”, denunció Waldenor Pereria, del gobernante Partido de los Trabajadores (PT).

“Pocas veces escuché tantas menciones al nombre de Dios en vano”, protestó un legislador del PT, cansado de las invocaciones divinas.

La difusa acusación contra Dilma Rousseff se fundamenta en presuntas maniobras contables ilegales para maquillar los resultados del Gobierno en 2014 y 2015, modificar presupuestos mediante decretos y acumular deudas y contratar créditos con la banca pública.

La propia Rousseff ha negado esas acusaciones, al tiempo que su defensa las ha calificado de meras “faltas” administrativas que no bastarían para una destitución, por lo que han repetido hasta el hartazgo que Brasil está frente a “un golpe de Estado”.

Tras la votación, ese mismo discurso fue repetido por el abogado general del Estado, José Eduardo Cardozo, quien insistió en que “no hay un argumento que ponga en tela de juicio la honestidad de la presidenta”.

Cardozo dijo que Rousseff recibió el resultado con “indignación y tristeza”, pero garantizó que el golpe institucional “no abatirá” a la mandataria y dio a entender que el Gobierno aún podría intentar una anulación del proceso ante la Corte Suprema, pese a que el tribunal avaló esta misma semana su legalidad.

Rousseff no tiene “apego a cargos” y “dedicó su vida a luchar por la democracia”, por lo que “si alguien cree que se curvará frente a lo que pasó hoy, se equivoca, pues ella luchará así como luchó contra la dictadura para evitar que haya otro golpe de Estado”, garantizó el abogado general.

Esa constante advertencia sobre esa posible “ruptura democrática” cayó, sin embargo, en el saco roto de la Cámara de Diputados, en la que una mayoría calificada coincidió en que esas maniobras contables suponen un “crimen de responsabilidad”, que es como la Constitución define las causas para la destitución de un mandatario.

Una vez superado el trámite en la Cámara de Diputados, el Senado deberá instalar dentro de unas 48 horas una comisión especial, que analizará las acusaciones y emitirá un parecer que será remitido al pleno de sus 81 miembros.

Ese procedimiento puede demorar unos quince o veinte días, por lo que el pleno de la Cámara Alta deberá ser convocado alrededor del 10 de mayo para decidir sobre la apertura del juicio político, que será iniciado si lo respalda una mayoría simple de 41 senadores.

Si así fuera, en el mismo momento en que se apruebe el proceso, la mandataria deberá separarse del cargo durante los 180 días que tendrá el Senado para el trámite.

Su puesto, entonces, sería ocupado durante ese período por el vicepresidente Michel Temer, líder del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), que hace dos semanas rompió con el Gobierno y se posicionó a favor del “impeachment”.

En los últimos días, Temer terminó de distanciarse de Rousseff, sobre todo cuando por un supuesto “error” difundió un audio en el que daba como un hecho que la caída de la mandataria y delineaba las líneas de su eventual Gobierno.

Rousseff lo acusó de ser “uno de los jefes de la conspiración” y rompió todos los puentes con el PMDB, la mayor fuerza parlamentaria, que fue clave hoy en la Cámara Baja, en la que tiene la primera minoría que también ostenta en el Senado.

Sin embargo, si el proceso acaba con la destitución, Temer deberá completar el mandato que vence el 1 de enero de 2019, aunque también está bajo amenaza de un juicio político por acusaciones similares a las que pesan contra Rousseff.

En casi todo el país, la votación llevó a decenas de miles de personas a las calles, en las que pese a que se temía que pudiera haber brotes de violencia, casi no hubo incidentes y los pocos que hubo no llegaron a mayores.

Con gritos de “Fora Dilma”, fuegos artificiales y cacerolazos, miles de brasileños envenenados por las campañas sin asidero de las grandes corporaciones mediáticas celebraron en las calles de las principales ciudades del país el avance del juicio político contra la presidenta Dilma Rousseff.

A pocos kilómetros, en el centro de la ciudad, los partidarios del Gobierno lloraban de rabia e impotencia y se agarraban a la última esperanza de Rousseff, la votación en el Senado.

En la capital del país, Brasilia, también decenas de miles de personas esperaron los resultados de la votación en la Explanada de los Ministerios, aunque para evitar incidentes, partidarios y detractores del Gobierno estaban separados por una gigantesca valla de casi un kilómetro de largo.

Agencias / PL / EFE / La Señal Medios

 

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