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jueves , abril 18 2024
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BRASIL / Dato y comentario

Por NÉSTOR GOROJOVSKY *

 

El 1% de la población del Brasil concentra cerca del 30% de la riqueza del país, según informa la CEPAL. Ese 1% dirige los hilos de la operación destituyente contra Dilma Rousseff, y si le dan las fuerzas, de juicio y prisión a Lula da Silva.

 

Ésos son los hechos, y lo demás son comentarios. Alguna vez, Lula se admiró ante la violenta reacción de odio de clase que habían provocado sus gobiernos, dada la modestia de su plan: “llevar tres comidas diarias a la mesa de todos los brasileños”.

 

El asombro es comprensible: ni él ni –muchísimo menos- Dilma afectaron los intereses de la cúpula dominante en su país, encabezada por esa mal denominada “burguesía paulista” que en realidad es quizás la oligarquía más potente y agresiva de América Latina.

 

Por el contrario, y especialmente desde la asunción de Dilma Rousseff, el enfoque neoliberal con que el Brasil está enfrentando la recesión mundial actuó a favor de esas clases privilegiadas. Y redujo buena parte de las ventajas que habían tenido los sectores más sumergidos hasta antes de 2008 (ventajas que la élite prebendaría considera, allí como aquí, “prebendas” inadmisibles).

 

Bajo Dilma, solo se pudieron preservar los logros más fundamentales alcanzados bajo los gobiernos de Lula, al tiempo que un vasto programa de obras públicas sigue beneficiando (y transformando quizás para siempre) la vida del atrasado Nordeste brasileño.

 

¿Porqué, entonces, las élites brasileñas han salido tan desaforadamente a actuar contra el gobierno de Dilma Rousseff? Pues porque esas élites no se conforman con la genuflexión de los gobiernos populares encabezados por el PT. Jamás los aceptaron, jamás los aceptarán.

 

Su objetivo es barrer de la estructura de poder brasileña toda intermediación entre ellas y las potencias imperialistas. A lograr ese objetivo dirigieron todos sus esfuerzos desde el momento mismo en que Lula llegó al gobierno.

 

Desde el Parlamento, las gobernaciones y municipios que controlan, y desde ese cáncer que padece América Latina, las judicaturas reaccionarias y coloniales, vinieron acorralando al PT a medida que la crisis económica y la timidez para enfrentarla le fueron proveyendo cierta base social de clases medias (reclutada, en parte, entre aquellos que habían sido elevados a esa condición por las políticas del PT en la etapa expansiva, y que ahora ven su nivel de vida decaer bajo la etapa recesiva).

 

Anécdotas y detalles aparte, lo que indica esta crisis que –esperemos- el PT podrá quizás resolver mejor que un justicialismo atomizado y destrozado por una interna fatal en la Argentina, lo único que verdaderamente indica, es la vieja verdad de que con las oligarquías latinoamericanas no debe negociarse jamás otra cosa que la fecha en la que dejarán de existir.

 

La yarará proimperialista ha dado un golpe de mano en la Argentina, y ese golpe envalentonó a sus pares brasileños. En cierto modo, lo que sucede en Brasil hoy también es un logro de aquellos que en la Argentina lograron impedir que Daniel Scioli llegara a la Presidencia de la Nación. Minorías insaciables, como decíamos al principio. Lo demás, es comentario.

 

  • Analista internacional / Telam / La Señal Medios.

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