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viernes , marzo 29 2024
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POLÉMICA: PJ / Algunas preocupaciones del verano del 16

Por LIDO IACOMINI *

Se acercan las elecciones en el PJ y la única presentación prometida (pero no oficializada aún) es la de Urtubey, candidato semioficial del ala conservadora más dispuesta a convertirse en la oposición deseada por Macri. Se puede prever que luego de los sondeos iniciales decanten dos o a lo sumo tres candidatos: Urtubey, Scioli y quizás Moreno.

Difícilmente se llegue a una definición vía electoral interna. La última se hizo a fines de los ochenta, casi veintisiete años atrás y la gran movilización de la llamada renovación culminó con el peor de los escenarios y el summun de la degeneración interna provocada por el menemismo y en consecuencia de la frustración. Desde allí siempre fue la negociación la que resolvió la conducción de ese organismo solo apto, según Perón, como herramienta electoral y poco más. No es muy creíble que esta vez sea distinto.

Para consumo de quienes hoy asumen con preocupación la perspectiva de la “elección interna”, tampoco tuvieron peso nunca la cantidad de fichas de afiliación como herramienta para dirimir supremacías internas. Algunas de las organizaciones lanzadas a la búsqueda de afiliados podrán si obtener cierta fidelización de militantes preocupados por el curso espontáneo de los acontecimientos. Y también por el futuro del peronismo, aunque hasta ahora la vida y la historia del peronismo nunca dependió de su aparato burocrático. En ese aspecto es correcta la apreciación de Cristina Kirchner, que deja correr estos acontecimientos pero opina que lo que decide en el movimiento nacional y popular es la capacidad de liderazgo.

Sabemos que sin el peronismo el movimiento nacional hoy no existe. Pero que sin el kirchnerismo (peronista y no peronista) tampoco es posible triunfar. Scioli lo sabe y por eso se aleja de la “oposición moderada” hacia posiciones más duras que le permitan contar con el kirchnerismo o una parte importante de él y simultáneamente se acerca al figurín de Lomas de Zamora, el chico Insaurralde. Así difícil creerle. Pero él piensa que finalmente la cosa se polarizará y a imágen de lo sucedido antes de las elecciones él será la opción de “unidad” para vencer a los Urtubey, Massa y De la Sota. En ese sendero la posición de Guillermo Moreno, más allá de su sectarismo, una suerte de Mariotto que sueña con el apoyo de La Cámpora, pareciera jugar tan sólo a negociar alguito. O al menos encontrar un sitio donde oxigenar su deteriorada figura.

Es un escenario donde el pueblo amenazado por la realidad macrista y el pueblo (o un sector minoritario de él) que resiste activamente, la ve pasar como algo extraño. Nada para entusiasmar. Para colmo en la CABA opera un aceitado acuerdo del portero Santamaría y La Cámpora y que nadie está en condiciones de cambiar por algo mejor.

Sin embargo hay un sector de la militancia genuinamente preocupado y que ojalá tuviera la oportunidad de cambiar esta historia. En mi caso, en primer lugar no soy peronista ni estoy dispuesto al oportunismo de disfrazarme a esta altura. Pero si me equivoco y tuvieran algún poco, aunque sea, de éxito brindaría con ellos. En segundo lugar creo que más preocupante es activar el Frente para la Victoria por la necesidad de dotar de una perspectiva política frentista -al más corto plazo- a las movilizaciones, tanto a aquellas que inevitablemente surgen por los atropellos del macrismo como las que aún en un período difícil inundan plazas y parques en búsqueda de orientación política, cobijo organizativo y amuchamiento afectivo, para enfrentar una lucha que recién comienza.

Mi preocupación tiene tres niveles: que las luchas parciales y desordenadas, -imprescindibles para no dejarle el campo orégano a la derecha restauradora y estimular la recuperación de los que se sienten muy derrotados y olvidan que perdimos una elección por muy poco- continúen desperdigadas y sean desgastantes; que seamos capaces de obtener éxitos aunque sean parciales (un ejemplo: obtener la libertad de Milagros Sala sería un paso de avance enormemente significativo) pero que puedan avanzar paso a paso en su aptitud de frustrar la entrega del país y tercero que tengan un horizonte político que sabemos tiene un plazo o etapa inicial de dos años y principalmente debiera culminar con una derrota del macrismo en el 2019.

No habrá una separación sensible y lejana entre esos dos aspectos: la movilización popular y la alternativa electoral. Sin movilización triunfarán a la corta o a la larga los Urtubey o Massa, sin construcción política y recreación de una mística transformadora no habrá proyecto nacional profundizado ni dirigentes que se hayan construido al calor popular.

* Area Internacional Carta Abierta / La Señal Medios

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