BIGtheme.net http://bigtheme.net/ecommerce/opencart OpenCart Templates
miércoles , abril 24 2024
Inicio / Deportes / San Lorenzo / Volver a la tierra prometida

San Lorenzo / Volver a la tierra prometida

POR LEONARDO MARTIN

El 23 de diciembre de 2015 será un día perdurable en la memoria de los hinchas de San Lorenzo. Un día que comienza a poner fin a una de las historias más dolorosas del fútbol argentino: el exilio del Ciclón de su tierra originaria, del lugar que vio forjar su crecimiento, su popularidad y notables logros deportivos. Perder el arraigo, la identidad de la institución con el barrio y sobre todo el propio estadio de fútbol, templo pagano en la religiosidad popular argentina, es un dolor y una carencia que los cuervos arrastraron por años y que ahora tienen la posibilidad de saldar.

Con algunas días de demora y con la presión de los simpatizantes de San Lorenzo bloqueando las puertas de varios hipermercados, finalmente Carrefour aceptó la propuesta de un pago de 150 millones de pesos por la compra de 27.524 m2 de los poco más de 33 mil que tiene el predio ubicado en Avenida La Plata al 1700. Un paso crucial para el esperado retorno a Boedo, que según la planificación establecida por la dirigencia azulgrana se podría concretar para el año 2020 con la construcción de un nuevo estadio para 38.000 espectadores al que bautizarán Papa Francisco.

Remontándonos a la historia, el último partido que el Ciclón jugó en Avenida La Plata fue el 2 de diciembre de 1979 en un empate 0 a 0 ante Boca, bastante aburrido según cuentan las crónicas. Ese fue el punto final para “El Gasómetro” uno de los estadios más importantes del fútbol local, que llegó a albergar 75.000 espectadores y que fue el primero con iluminación artificial en la Argentina, colocada en 1936. Se comenzó a construir en 1928 sobre unos terrenos que San Lorenzo ocupaba de 1916, en el primer desplazamiento de barrio del original Almagro al vecino Boedo, en busca del propio espacio vital.

En nuestro país, pocas cosas tienen un arraigo tan fuerte como la elección del equipo por el cual se va a simpatizar. Por diferentes motivos que van de la herencia familiar, la pertenencia a un barrio o una elección azarosa en el menor de los casos, se elige un club por el cual hinchar en la temprana infancia, pasión que acompaña al futbolero por el resto de su vida. Con mayor o menor atención sobre el desarrollo de la institución, cuando se elige un club de fútbol es como elegir un nombre, se sostiene para siempre.

En ese contexto la cancha, el estadio, es el templo, el lugar más importante que congrega a los fieles. San Lorenzo perdió su lugar, perdió su barrio, en parte su identidad, en un andar errante por diferentes canchas en los años `80 y comienzo de los `90. Finalmente encontró una segunda casa en el Bajo Flores, donde construyó el Pedro Bidegain, inaugurado en 1994. Pero allí nunca se encontró del todo cómodo, no echo raíces. Siempre añoró la vuelta, siempre se sintió de paso, habitante de un espacio provisorio.

Remontándonos a la historia oscura, San Lorenzo vivió una época olvidable desde mediados de los años `70 hasta entrada la década del `80. Allí perdió su estadio en un predio ubicado en el corazón de la ciudad de Buenos Aires y recibió un segundo golpe de nocaut poco después: el descenso, el primero de un equipo de los denominados grandes. El club atravesaba una crisis institucional y financiera que fue aprovechada por el Intendente – Interventor de la dictadura militar en la ciudad, Brigadier Osvaldo Cacciatore para expropiar esos terrenos con el supuesto fin de abrir calles (Múñiz y Salcedo), construir viviendas, un espacio comercial y un colegio. Por supuesto en dichos terrenos no se abrieron las calles ni se puso un solo ladrillo para levantar viviendas.

Entre 1979 y 1981, San Lorenzo fue obligado, a través de distintas disposiciones, de aprietes sobre sus dirigentes (algunos mencionan ciertas complicidades en algunos casos también) a desprenderse de los terrenos en un precio vil en relación al monto en que pocos años después fueron vendidos. Recibió 900.000 dólares de parte de una sociedad fantasma creada para tal efecto según consta en el texto de la Ley de Restitución. El dato que dispara las sospechas es que apenas unos años después, en 1983, Carrefour compra esos terrenos por una cifra muy superior: 5 millones dólares, es decir un 555 % más. Allí la empresa francesa terminó construyendo el primer hipermercado del país que inauguró en 1985.

El destierro fue una experiencia dolorosa en el aspecto pasional, más allá del apoyo incondicional que siguió recibiendo el club, incluso con récord de recaudaciones en su paso por la vieja B. Fueron años en donde le tocó peregrinar por los estadios de Vélez Sarsfield, por el Ducó, la Bombonera y hasta el de Ferro. Años donde las cuentas del club sufrían por el desarraigo, por un arrastre pesado y por la alta inflación de la economía alfonsinista.

Otra pequeña parte de la historia, del folclore del fútbol local, fue la burla por el desarraigo. La salida de San Lorenzo de Boedo fue un combustible constante para la creatividad de las hinchadas rivales, que se empeñaron en recordar la construcción del Carrefour, echando sal a un herida dolorosa. En el último tiempo era común ser recibido en las diferentes canchas del fútbol argentino con el mismo canto: “¿De que barrio sos? ¿de que barrio sos? ¿de qué barrios sos San Lorenzo? ¿de que barrio sos?”. Inclusive, en tiempo cercanos donde volvió a coquetear con el descenso, un chiste remanido fue que lo buscaba el fantasma de la B, pero que no sabía en qué barrio encontrarlo. Chicanas del fútbol.

El anhelo de retornar existió desde el mismo día de la partida, pero comenzó a tomar forma concreta  promediando la década pasada con un trabajo de la Subcomisión del Hincha impulsando un proyecto de Restitución Histórica. La idea estaba pero faltaba peso político, de presión, para que sea tratado en la legislatura porteña. Mover a una multinacional de la dimensión de Carrefour, en una de las bocas de expendio con mejor facturación de la empresa no era tarea fácil.

Una multitudinaria movilización de simpatizantes en Plaza de Mayo en marzo de 2012, pero sobre todo el emerger de Marcelo Tinelli como dirigente le dio el suficiente volumen a la propuesta para que sea tomada en la legislatura. Tinelli le aportó capital político y mediático, colocó el tema en la agenda y a partir de su popularidad impulsó el proyecto. Acaso, ¿qué político quiere tener en contra o ser víctima de menciones venenosas del conductor líder en el prime time televisivo?

El 15 de noviembre de 2012, la legislatura le dio un tratamiento veloz y por unanimidad, 50-0 fue la votación, sancionando la Ley de Restitución Histórica de los terrenos de Avenida La Plata. En el proyecto San Lorenzo los recupera, previo pago de los mismos, pero llegó un acuerdo para convivir con el hipermercado, en una versión más reducida.

El trabajo posterior fue comenzar a juntar el dinero necesario para la compra de los terrenos. Allí se diseñó una ingeniosa estrategia de marketing para conseguir los fondos con el aporte de los socios. Se comenzaron a vender metros cuadrados, en cuotas, como para que esté al alcance de diferentes poderes adquisitivos. Es posible pensar que en el futuro cada hincha presuma de los metros cuadrados que compró y que sea una forma de distinción, de legitimidad de amor cuervo. Seguramente será también un elemento de la vida política del club, ¿cómo llegar a un puesto importante de la dirigencia sin haber tenido el desprendimiento económico de comprar más no sea un par de metros cuadrados?

El monto final que debe juntar San Lorenzo es de 150 millones de pesos para adquirir poco más de 27.000 metros cuadrados. Especulan juntar una cifra cercana a los 100 millones con aportes de los socios, con esperanza de que sean más, y obtener un crédito del Banco Ciudad en una cifra cercana a los 50 millones de pesos. Eso solo por el terreno.

Posteriormente vendrá el esfuerzo económico de enormes dimensiones que es construir un nuevo estadio para 38.000 personas sentadas, que se llamará como el hincha más famoso que hoy tiene el club: Papa Francisco. El proyecto es construir un “estadio ecológico”, moderno, con miles de estacionamientos, además de un colegio y un destacamento de la Policía Metropolitana. El costo del estadio está planificado en una suma cercana a los 60 millones de dólares, pero como usualmente ocurre, probablemente esta cifra sea mayor. La idea inicial es comenzar a construirlo en 18 meses y terminarlo en tres años, aproximadamente. Todo dependerá de la afluencia de fondos y del presente económico del país.

El lado B de la historia, la parte oscura de la misma, la constituyen los vecinos del barrio, que en muchos casos sienten como una amenaza la construcción del estadio. Primero porque se altera la tranquilidad del barrio en los días de partido en donde los operativos policiales suelen cerrar calles con mucha horas de antelación, con una multitud que se adueña de las calles, con embotellamientos, hechos de violencia y todo lo que genera un partido de fútbol de un equipo con una convocatoria importante. Algunos estiman incluso que las propiedades más cercanas podrían desvalorizarse en un 30 %, lo que es otro foco de preocupación de los vecinos, que se vienen organizando, por ahora tibiamente, pero que puede intensificarse en tiempos venideros.

Marcelo Tinelli señalaba en la conferencia de prensa donde se anunció la aceptación por parte de Carrefour de la propuesta económica que estaban ante “el logro más importante de la historia de San Lorenzo”. Tras la obtención de la Copa Libertadores, otra deuda histórica del club, volver a Boedo, ese imposible soñado, se ha vuelto una posibilidad palpable, al alcance de la mano.

Comentarios

comentarios

Visite también

DEFENSA Y JUSTICIA / Un enfoque para polémica

Por CARLOS AIRA *   El éxito tocó la puerta del humilde. Defensa y Justicia ...