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En las entrañas / El Papa, ante el Congreso norteamericano

Historia en Presente.

El pontífice habló ante el plenario de legisladores, en uno de los eventos más relevantes de su agenda de cinco días en ese país.

El papa Francisco se convirtió hoy en el primer pontífice en hablar al pleno del congreso estadounidense, en donde se presentó como “un hijo de este continente” y habló sobre la inmigración, la pena de muerte, la crisis de refugiados y llamó a estar “atentos a cualquier tipo de fundamentalismo” y a tener una “conversación que nos una a todos” en materia de cambio climático ya que el “desafío ambiental nos impacta a todos”.

Ante un congreso a sala llena que a su arribo lo aplaudió por varios minutos sostenidos, Francisco brindó un discurso en inglés en el que hizo énfasis en los inmigrantes abordando una serie de temas que incluyó la pobreza, la familia, el fundamentalismo, el tráfico de armas y la pena de muerte, entre otros.

El líder de la Iglesia Católica comenzó agradeciendo la invitación a la sesión conjunta del congreso «en la tierra de los libres y en la patria de los valientes», en la que “me gustaría pensar que lo hicieron porque también yo soy un hijo de este gran continente”, dijo logrando los primeros aplausos que luego se repetirían en varias ocasiones durante toda la intervención.

Uno de los primeros temas que el jefe de Estado del Vaticano trató fue el extremismo el cual “urge a estar atentos frente a cualquier tipo de fundamentalismo de índole religiosa o del tipo que fuere”.

“El mundo es cada vez más un lugar de conflictos violentos, de odio nocivo, de sangrienta atrocidad, cometida incluso en el nombre de Dios y de la religión. Somos conscientes de que ninguna religión es inmune a diversas formas de aberración individual o de extremismo ideológico”, agregó.

Francisco llamó entonces a “trabajar en el delicado equilibrio” que conduzca a “combatir la violencia perpetrada bajo el nombre de una religión, una ideología o un sistema económico y, al mismo tiempo, proteger la libertad de las religiones, de las ideas de las personas”.

Durante el discurso de cerca de 50 minutos el pontífice recordó en distintas ocasiones a líderes de la historia estadounidense como Ambraham Lincoln, Martin Luther King, Dorothy Day (activista que impulsada por su fe trabajaba por la justicia social) y Thomas Merton (poeta, activista social).

“El sueño de Marthin Luther King sigue resonando en nuestros corazones”, dijo en referencia a la campaña por los derechos civiles y políticos de los afroamericanos.

“Me alegra que Estados Unidos siga siendo para muchos la tierra de los sueños”, adhirió seguido de un aplauso conjunto y de pie de todos los invitados.

A continuación, el sumo pontífice conectó su discurso al “sueño” que persiguen muchos inmigrantes cuando mudan sus vidas al país norteamericano y recordó que “nosotros pertenecientes a este continente no nos asustamos de los extranjeros porque muchos de nosotros hace tiempo fuimos extranjeros”, aseguró para lograr otro de los festejos de los presentes.

En ese tono, Francisco incluyó además a la crisis de refugiados “sin precedentes” desde la Segunda Guerra Mundial, la cual “representa grandes desafíos y decisiones difíciles de tomar”, a lo que en el continente se “suman las miles de personas que se ven obligadas a viajar hacia el norte en búsqueda de una vida mejor”.

“No debemos dejarnos intimidar por los números, más bien mirar a las personas, sus rostros, escuchar sus historias mientras luchamos por asegurarles nuestra mejor respuesta a su situación. Una respuesta que siempre será humana, justa y fraternal”, convocó.

Por otro lado, el Papa reiteró la necesidad de una conversación sobre cambio climático “que nos una a todos” y alentó al “esfuerzo valiente y responsable” para evitar las consecuencias que “surgen del degrado ambiental provocado por la actividad humana”.

“Estoy convencido de que podemos marcar la diferencia y no tengo alguna duda de que los Estados Unidos, y este Congreso, están llamados a tener un papel importante”, dijo el Obispo de Roma acompañado de los aplausos de los legisladores que, al igual que el presidente estadounidense Barack Obama, impulsan reformas en el tema.

Al igual que en su discurso en la Casa Blanca de ayer, el Papa hizo referencia a la relación entre Cuba y Estados Unidos, aunque sin nombrarlos, y reconoció “los esfuerzos que ayudan a superar las históricas diferencias ligadas a dolorosos episodios del pasado”.

“Es mi deber construir puentes y ayudar lo más posible a que todos los hombres y mujeres puedan hacerlo”, mencionó Francisco ante la sala llena de la Cámara Baja del Capitolio.

En su intervención, el Santo Padre habló también sobre su trabajo para abolir la pena de muerte mundial y al “deber de afrontar el problema y acabar con el tráfico de armas”.

El pontífice sostuvo que si bien hubieron avances “todavía se debe hacer mucho más” para combatir a la pobreza y reconoció su “preocupación por la familia que está amenazada, quizás como nunca, desde el interior y desde el exterior”.

El papa Francisco abogó especialmente por una respuesta humana, justa y fraterna hacia los refugiados, así como la adopción de una solidaridad mutua.

La máxima autoridad de la Iglesia católica resaltó que el mundo está viviendo la peor crisis de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial, ante lo cual consideró que no se les puede dar la espalda a esas personas y, por el contrario, se debe atender a quienes emigran en busca de mejores condiciones de vida.

“Esta crisis presenta grandes retos y decisiones”, consideró.

Asimismo, recordó que “en este continente hay miles de personas que han tenido que viajar al norte a buscar mejores oportunidades para sí y para sus seres queridos, en un anhelo de vida con mayores oportunidades. ¿Acaso no es lo que nosotros queremos para nuestros hijos?”.

El pontífice exhortó a no dejar que los números intimiden, a mirar a las personas, sus rostros, escuchar sus historias mientras se lucha por asegurarles la mejor respuesta a su situación.

“Si queremos vida, brindemos vida, si queremos oportunidades debemos suministrar oportunidades. Con la vara que midamos a los demás será la misma con la que seremos medidos”.

Durante su discurso hacia los miembros del Congreso, Francisco también trajo a colación el tema de la pena de muerte, acción que rechazó contundentemente.

Destacó que desde el principio de su ministerio ha defendido de distintas maneras la abolición global de la pena de muerte, al tiempo que respaldó la formación de una buena sociedad en la que se otorgue el derecho al arrepentimiento y la rehabilitación.

“La regla de oro nos recuerda la responsabilidad que tenemos de custodiar y defender la vida humana en todas las etapas de su desarrollo. Esta certeza es la que me ha llevado, desde el principio de mi ministerio, a trabajar en diferentes niveles para solicitar la abolición mundial de la pena de muerte”, dijo.

“Las relaciones fundamentales son puestas en duda, como el mismo fundamento del matrimonio y de la familia. No puedo más que confirmar no sólo la importancia, sino por sobre todo, la riqueza y la belleza de vivir en familia”, concluyó Jorge Bergoglio para luego salir al balcón de la cámara y saludar a los cerca de 50.000 personas que lo aguardaban en los jardines del Capitolio.

Telam / TeleSur / La Señal Medios.

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