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La Maldición de Alsina

Por Emiliano Vidal*

Desde hace 150 años un interrogante político y electoral que incumbe a la provincia de Buenos Aires se viene repitiendo: quien haya ostentado ser su gobernador no alcanzará la presidencia de la República. Viene sucediendo desde Dardo Rocha a Eduardo Duhalde… ¿tras el resultado electoral de las PASO logrará Daniel Scioli, su actual mandatario y candidato por el oficialismo romper el maleficio?

En ese caluroso 29 de diciembre de 1877, la enfermedad renal además de terminar con la vida del entonces ministro de Guerra, Adolfo Alsina, también culminaría con la última certera posibilidad de que un hombre fuerte y ex gobernador de la provincia de Buenos Aires ocupe la presidencia de la República.

Hijo y nieto de otros ex gobernadores bonaerenses, -su padre Valentín y su abuelo materno Manuel Maza-, don Adolfo, abogado y fundador del Partido Autonomista Nacional (PAN) tras su alianza con el futuro primer mandatario Nicolás Avellaneda en 1874, a contrapelo de las intenciones separatistas de Bartolomé Mitre, sabía que en 1880 era su turno de gobernar el país. La muerte llegó primero. Su sucesor en el Ministerio de Guerra, en el partido y en la lucha contra el “indio”, el tucumano Julio Argentino Roca sería ungido primer mandatario del incipiente Estado Nacional.

Comenzaría un largo derrotero de 150 años de frustraciones para todo aquel que haya gobernado el principal estado provincial del país en el deseo de ser elegido para ocupar su principal magistratura.
La provincia de Buenos Aires abarca una enorme porción de la Argentina. Parte de su territorio extraído en la que sería la última guerra civil –saldo de 3000 muertos entre porteños y bonaerenses en septiembre de 1880 para la creación del distrito federal, en Barracas-, engendró, además, la gigantesca área metropolitana en la que conviven miles de personas, en variadas realidades económicas con la ciudad homónima. Buenos Aires, la provincia, tiene campos, ríos, enorme playas y lagunas. Tiene pampa húmeda, pampa seca, es litoraleña y patagónica al sur del Río Colorado. Un país dentro de otro.

La tierra que gestó a personalidades tales como Manuel Dorrego, Rosas, Yrigoyen, Perón,  Evita, a un Fangio y a un Diego Armando Maradona, que supo separarse de las otras provincias -1854-, aglutina ese interrogante del que Adolfo Alsina palpó antes que se lo arrebatara la muerte: desde hace más de 150 años nunca un gobernador de la provincia de Buenos Aires llegó a presidente de la Nación.

Maldiciones y elecciones

Dos países emergieron cuando los bonaerenses se rebelaron contra el caudillo entrerriano Justo José de Urquiza, el 11 de septiembre de 1852. Bartolomé Mitre, un coronel de segundo plano, tomó fuerza cuando Buenos Aires decidió separarse de la Confederación urquicista y demás provincias.

La traición del federalismo mesopotámico de Urquiza a favor de Mitre tras la batalla de Pavón, en 1861, sentenció el regreso de Buenos Aires a la Confederación, únicamente bajo los términos mitristas. Un año después, Mitre disolvió el Estado bonaerense lo que derivó en la prematura unificación de la República Argentina.
Tuvieron que pasar más de veinte años para que el interior federal tuviera su revancha. Bajo el mando del abogado Carlos Tejedor, entonces gobernador de Buenos Aires, la provincia fue derrotada en la lucha bélica tras la federalización de la ciudad del mismo para que sea declarara municipio y capital del flamante Estado. Sus edificios públicos quedaran bajo su tutela…no habría otro Cepeda y Pavón…mucho menos otro Urquiza regalando la victoria a Buenos Aires.

Tejedor jamás sería presidente. Es en ese escenario donde comienza esta especie de maldición por la cual un gobernador bonaerense no logra convertirse en primer mandatario de la Nación. Dardo Rocha, el impulsor de la ciudad de La Plata, flamante capital provincial en ese conmocionado año 1880, tras gobernar la provincia entre 1881 y 1884, hasta su muerte en 1921, no logró comprender porque Julio Roca optó por su concuñado, el cordobés Miguel Juárez Celman, y no por él para su sucesión.

Rocha no fue el único sino el comienzo. El clima cargado durante décadas de fraude, aprietes, voto “cantado” hasta la sanción de la ley del voto masculino, secreto y obligatorio a instancia de Roque Sáenz Peña, tampoco ayudó a las aspiraciones del gobernador Marcelino Ugarte, a quien los caricaturistas llamaban «el Petiso Orejudo» por características físicas que lo asemejaban al célebre asesino de niños. Ugarte gobernó la provincia entre 1902 y 1906, junto a su vice, quien sería el primer historiador “revisionista” del relato mitrista, Adolfo Saldías. Entre 1914 y 1917, don Marcelino volvió a ejercer el cargo aunque tampoco pudo consumar su deseo presidencial. Los radicales, con Hipólito Yrigoyen a la cabeza, venían ganadores.

La frase en su portada: “Un toque de atención para la solución argentina de los problemas argentinos”, que inmortaliza a semanas de cumplir 70 años el diario Clarín, remite al lema del gobernador Manuel Fresco en 1936, que decía para su gestión: “Un gobierno argentino de soluciones argentinas para problemas argentinos” pergeñado por quien era su ministro de Gobierno y fundador del matutino: el abogado Roberto Noble. Fresco tampoco logró convertir sus ansias en ser ungido Presidente al culminar su mandato en 1940…el Noble devenido en empresario periodístico se dedicó a “hacer presidentes”, pero esa es otra historia.

En 1946, poco después que Juan Domingo Perón llegara a la presidencia de la Nación, el coronel Domingo Alfredo Mercante fue electo gobernador de la provincia de Buenos Aires. Amigo y testigo de su casamiento con Eva Duarte, fue el propio Perón quien cerró la posibilidad de que Mercante sea reelegido gobernador bonaerense en 1950 y así, perfilarse en su sucesor en la casa Rosada. Lo reemplazó Carlos Aloé, un edecán de oscura figura y duro perseguidor de la figura de su antecesor.

Con el peronismo censurado y perseguido por la Libertadora, en 1958, el radical Arturo Frondizi accede a la primera magistratura tras un pacto con Perón. En esos comicios sin peronismo, llegó a la gobernación de Buenos Aires el médico y legislador Oscar Alende. Hasta que otro golpe cívico/militar eyectó a ambos de sus respectivos cargos. Alende tenía 53 años y siguió dedicándose a la política hasta su muerte, en 1996. Durante las tres décadas siguientes, el ex gobernador Alende intentó por la urnas, llegar a la Presidencia. Primero, en 1963, proscripción mediante del movimiento peronista, el electorado prefirió a los radicales del pueblo con Arturo Illia. Diez años después, 1973, el pueblo optó por la fórmula de los peronista que volvían de la noche larga de censuras. En 1983, tras el regreso de la democracia, su correligionario Raúl Alfonsín fue electo jefe de Estado Nacional.

El cordobés Arturo Illia tenía en su concordante gobernador de Buenos Aires, Anselmo Marini, un potencial sucesor. Con el peronismo aún perseguido y prohibido, otro golpe cívico/militar aceleró los tiempos. Derrocado en 1966, Marini jamás volvería tener otra oportunidad de sus sueños presidenciales.
Más cerca en el tiempo

Antonio Cafiero fue elegido gobernador en 1987 al derrotar al ex ministro radical de Trabajo de la Nación , Juan Manuel Casella. Quien fuera el funcionario más joven de Perón y ministro de Isabel, supo convivir con el presidente radical Raúl Alfonsín, a quien aspiraba suceder. Producto de la renovación peronista de 1985, Cafiero era el candidato natural para la elección presidencial de 1989. El entonces gobernador de La Rioja , Carlos Menem terminó con los planes cafieristas. En la interna histórica de 1988, inesperadamente Menem derrotó a Cafiero y un año después fue consagrado presidente de la Nación. Cafiero jamás volvería a pisar el Poder Ejecutivo Nacional hasta su efímera jefatura de Gabinete de Ministros de un día en la presidencia de Eduardo Camaño en los alocados días del 31 de diciembre de 2001 y primero de enero de 2002.

El vicepresidente de Menem fue Eduardo Duhalde, ex intendente del estratégico partido bonaerense de Lomas de Zamora entre 1983 y 1987. En los comicios de 1991, a instancias del primer mandatario, Duhalde obtuvo la gobernación de Buenos Aires, en la que permaneció ocho años. Todo indicaba que sería el continuador de Menem en la Rosada. Con la reelección de 1995, previa reforma constitucional un año antes y la “embarrada de cancha” menemista en 1999, el ex intendente, fue derrotado por el radical Fernando de la Rúa. La crisis política y económica alentada por las malas decisiones del delarruismo alentó su partida del gobierno, cuya responsabilidad similar a los tiempos de Rosas, recayó en la provincia de Buenos Aires quien en Asamblea Legislativa ungió al derrotado en las urnas por quien fuera el presidente renunciante en helicóptero, Eduardo Duhalde.

Hombre rural y gobernador provincial desde que fue elegido en 1918, José Emilio Crotto renunció en 1921 debido a su enfrentamiento con el entonces primer mandatario, Hipólito Yrigoyen. Autor del Decreto 3/1920 que autorizaba y permitía a los peones rurales a viajar gratis en los trenes cargueros, a quienes se comenzó a llamar los «crotos», el ex mandatario bonaerense era un potencial sucesor en el timón del gobierno nacional.

Quizá el camino inverso en proporción de candidaturas lo tuvo el abogado Bernardo de Irigoyen, quien luego de no conseguir ser elegido presidente entre 1885 y 1891, a los 76 años se convirtió en gobernador de la provincia bonaerense para el período de mandato 1898/1902.

Ni José Luis Cantilo, gobernador (1922-1926) durante la presidencia de Marcelo Torcuato de Alvear ni el médico Alejandro Armendáriz, gobernador en tiempo de Alfonsín, manifestaron sus deseos de ser presidente.

Un país en sí mismo, la provincia de Buenos Aires otorga un poder tan grande que devora a quien lo ejerce. Un lugar conflictivo, donde el último censo 2010 precisó que vive casi el 40% de la población del país.

Un ámbito de poder triangular en el conviven el conurbano del sur y oeste, la majestuosidad de barrios cerrados que se emplazan al norte de la ciudad de igual nombre y las villas de emergencia, cuyos vértices recaen en los denominados “barones” bonaerenses, grandes derrotados en las recientes elecciones y los históricos punteros.
Una fortaleza política pergeñada tras la reforma de su carta magna en 1994 en sintonía con la modificación de la Constitución Nacional de aquel año. En pocas semanas, su actual gobernador y vencedor en las recientes PASO, Daniel Scioli, sabrá si sus actuales chances de terminar con el maleficio de “Alsina” se cumplen.

* Conductor de “De acá para allá”, por Radio Gráfica FM 83.3, todos los sábados de 12 a 13 / La Señal Medios

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