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martes , abril 23 2024
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#Clarín / Memorias diferentes del que fuera un gran diario argentino

Por Gabriel Fernández *

Cuesta transmitir la distancia entre lo que hoy conocemos como Clarín y sus distintos momentos. Este reflexión no pretende historiar; apenas reflexionar desde un asombro que recupera cierta lógica a la hora de evaluar un medio de comunicación.
Hace varios días, en el aire de la Gráfica dialogaba con Julio Fernández Baraibar sobre la cuestión. El compañero memoraba que ese diario, alguna vez no tan lejana, incluyó un suplemento que se llamaba Cultura y Nación. Allí escribieron entre otros Norberto Galasso, Luis Alberto Murray, Oscar Sbarra Mitre, Alejandro Tarruella y muchos más.

Entre las plumas informativas nacionales –con todas las polémicas abiertas que se quiera- han estado Alberto César Morere, Oscar Raúl Cardoso, nuestro actual compañero columnista en la emisora Armando Vidal, por mencionar algunos periodistas. Sin ir más lejos y sin comparar, quien esto redacta ha publicado textos de clara orientación política.

Vale la observación pues más allá de los oscuros años de arranque dictatorial, cuando todas las líneas editoriales se disciplinaron a la dupla Jorge Rafael Videla – José Alfredo Martínez de Hoz, con el tiempo la orientación del “gran diario argentino” resultó variable, pero asentada en dos premisas que dejaban tela para cortar: desarrollismo económico y nacionalismo cultural abierto.

 

Intentar trazar una línea fija con el objetivo de mostrar que Clarín siempre fue como lo conocemos en la actualidad, puede configurar un error descriptivo apreciable, que opaca las posibilidades de comprensión. Durante varios años, y con todas las trampas y grises que caracterizan la prensa escrita, efectivamente fue algo semejante a un medio valioso.

¿Dónde vamos? Hacia una pCultura y Nacion Olmedorecisión de interés, que en cierta ocasión volcamos en el texto “Magnetto, el mariscal de la derrota”: el control interno de una cúpula liberal – oportunista, que se llegó a considerar más importante que cualquier presidente y a envanecerse de malear la opinión pública argentina, convirtió a un diario realmente interesante en un pasquín miserable, mentiroso, absurdo.

Decenas de despidos de periodistas bien calificados, la sumisión de la noticia a la operatoria, la espectacularidad sesgada de las denuncias, la unilateralidad de las mismas, la ausencia de fuentes confiables, el forzamiento de la realidad, la difuminación o el ocultamiento de informaciones benévolas para el campo nacional, arrasaron como un tsunami el equilibrio profesional.

Vale recordarlo hoy, cuando a pocos meses de las elecciones presidenciales toda la sociedad aguarda las nuevas falsas denuncias. Y es pertinente, entonces, preguntarse: ¿y los accionistas del Grupo? ¿Qué pensarán de esta debacle en calidad, ventas y ganancias? ¿Qué dirán, puertas adentro, ante un espacio histórico transmutado en órgano ideologizado con un conservatismo que en ocasiones ruboriza a las peores plumas de La Nación?

Que lo sepan los jóvenes periodistas y lectores: en alguna ocasión, este cronista escribió en esas páginas sobre la importancia de considerar al gasto público como inversión social. En otras, Murray realzó la demanda argentina sobre las Islas Malvinas. Y el querido Norberto narró, como nadie, aspectos esenciales de las luchas nacional populares de nuestro pueblo.

Como dice el tango: Ay; mirá lo que quedó.

*Director La Señal Medios / Area Periodística Radio Gráfica.

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