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viernes , marzo 29 2024
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La verdad sobre una pesadilla: “Voy a impulsar una investigación a fondo: Wal Mart, Policía, Justicia”

Entrevista al Dr Hernán Jaureguiber, detenido tras denunciar la ausencia de Precios Cuidados en Wal Mart.

Por Gabriel Fernández *

Gabriel Fernández – ¿Cómo se inició la situación?

Hernán Jaureguiber – En la tarde de ayer concurrí al supermercado Wal Mart ubicado en mi barrio de Nuñez. Como no es la primera vez que los precios de góndola son tergiversados en las cajas a la hora de pagar, antes de escoger los productos que compraría, busqué el precio inserto en cada envase y para sorpresa me encuentro que absolutamente todos los comestibles exhibidos en esa góndola, contaban con etiquetas de código de barras pero ninguno lucía su precio. No se trataba de un error casual sino que sistemáticamente en todos los productos de ese sector, no se adosaba el precio correspondiente. Pregunté a una cajera y me derivó a un joven que no supo explicarme el faltante y amablemente se liberó del asunto. Por lo tanto comencé a sacar fotografías a las góndolas y a los envasados, a efectos de documentar la situación para poder reclamar posteriormente. Entonces se acercó una mujer joven quien me exigió que dejara de tomar fotografías. Obviamente que no existe delito alguno en ello y para colmo era una cuestión para documentar la falta legal en que incurría el Supermercado. Incluso le advertí que la fotografiaba a ella también para poder justificar la escena. Fue allí donde la joven intentó arrebatarme el celular, situación que evité fácilmente, y la misma se retiró. A los segundos, mientras seguía tomando fotografías se acercó un hombre robusto, encargado de la seguridad quien empezó a empujarme aparentemente con la intención de retirarme de esa manera del comercio. Finalmente me tomó de los hombros y me arrojó contra una góndola. Viendo que no podría retirarme fácilmente sin golpearme con mayor fuerza, y que yo no enfrentaba al pugilato, sino que por el contrario, intentaba escaparme de los empellones para seguir fotografiando la situación (que incluía a sus manotones), cesó en su ataque. En esos breves instantes, pude comunicarme con mi esposa para pedirle que solicitara ayuda al 911, pues me estaban violentando y yo no sabía como seguiría la cuestión. Después supe que finalmente mi mujer llamó al 911 desde mi domicilio. No sé si por efecto de mi llamado de auxilio, o por algún otro llamado que pudieran haber realizado el supermercado, cuando salí del negocio encontré un patrullero en la puerta. Me acerque al mismo para denunciar la situación y para mi sorpresa el agente lejos de auxiliarme a mi como víctima, me corrió del paso y decidió conversar con el personal que me violentaba haciendo gala de impertinente indiferencia conmigo. Así las cosas decidí emprender el camino a mi casa distante a 200 mts. Al llegar a mi edificio, calle Ciudad de La Paz esquina Nuñez, el mismo policía que aparentemente me había seguido de a pié, tomando del abrigo desde atrás, groseramente detiene mi marcha y me increpa el no haberme quedado mientras él conversaba con mis agresores. Le pedí que soltara mis prendas e intenté proseguir mi marcha ante lo cual se interponía de manera patoteril. Sorteé el paso e introduje mi llave y abrí la puesta de mi domicilio. En ese instante se desató lo increíble. El policía ingresó conmigo al edificio, forcejeando brutalmente. La puerta se cerró detrás de nosotros de manera que quedamos en el interior del edificio sin poder salir del mismo pues el picaporte no abre si no es con mi llave. El forcejeo del policía dentro de mi domicilio tomó una brutalidad, y fueron vanos los intentos de disuadirlo por parte del encargado que salió de su vivienda presuroso. Pero lo peor estaba por pasar. Mi mujer y mi hijo descendieron por la escalera en el preciso momento que el encargado trataba de desbaratar la escena y el brutal policía desencadenaba una furia delante del llanto de mi niño de 6 años, mi mujer y el valiente encargado. Me arrojó al piso, me dobló el brazo y antes de que me esposara pude arrojar el celular para que mi esposa lo guardara. Estando en el piso de mi edificio me colocó esposas mientras otros efectivos que habían llegado ordenaban al portero que abriera la puerta. Yo le pedí que no lo hiciera, pero la situación doblegó la voluntad del portero que al abrirla permitió el ingreso de esas otras bestias. Me patearon, insultaron, golpearon mi rostro contra el piso de mi vivienda. Todo delante de vecinos que contemplaban azorados la escena mientras en esas condiciones fui sacado de mi domicilio. Fui subido a un patrullero como el peor delincuente y allí me encerraron, sin poder moverme y dañándome mis manos por las esposas y la posición adoptada. Bloquearon la calle con tres patrulleros mas y así me tuvieron encerrado, durante espacio de hora ½. a la vista de todo el vecindario, hasta que arribó una ambulancia del Same. Me descendieron siempre esposado y el médico me preguntó si estaba lesionado. Respondí que no, salvo mis muñecas y mi brazo que ya no soportaban la presión. Un agente me avisó que me las aflojaría, pero yo creo que la ajustaron más aún. Así me subieron al patrullero y me trasladaron a la Comisaría 35, donde mi mujer había llegado antes. Me alojaron en un calabozo. Después supe del destrato a mi mujer. Me pidieron desnudarme. Obviamente que no lo hice, entonces me pidieron mis efectos personales y a cambio me ofrecieron si, mediante acta, quería entregárselos a mi esposa. Me llevaron a la oficina de un oficial jefe. Mi esposa presente recibió mis pertenencias. Me permitieron hacer una llamada y así pude comunicarme con una colega. Después, con mejores modales y sin esposas, me devolvieron al calabozo, donde el trato mejoró. Inclusive, advertí una llamada al interno del Sargento a cargo, donde le reclamarían encerrarme tras rejas, pero el razonable suboficial respondió que yo era un caballero y que tal medida no era necesaria. Transcurrieron largas horas hasta que a las 12 de la noche, con el cambio de turno, el nuevo oficial jefe me invitó a subir a su oficina. Enseguida el contacto de todos los compañeros que circularon la noticia por internet, permitió que llegaran al lugar entrañables colegas y amigos de quienes no tengo palabras de agradecimiento para señalar lo que esta noche hicieron. Quiero destacar la presencia de todos ellos. Del Dr. Gustavo Ciampa, nuestro gran amigo de la Corriente de Abogados 7 de Julio, seguido minutos después por Luis Roa, Elbio Blanco, Teresita Pablovsky y su esposo Hugo Perosa. También se llegaron hasta la comisaría mi viejo amigo Alejandro Couso y su hijo Manuel. Allí se les informó que yo estaba detenido por lesiones art. 89 del C Penal y por resistencia a la autoridad. Como ya dije, yo fui el violentado por personal de seguridad del Supermercado, y fue mi familia la que pidió el auxilio. Pero evidentemente la empresa invirtió los términos con la colaboración de esa maldita policía siempre al servicio de los mismos. Es evidente y así quedará probado que yo no fui el agresor. El supuesto agredido, personal de seguridad de la empresa norteamericana, me dobla en juventud y tamaño. Para colmo trascendió que el mismo al concurrir a sede policial no pudo sostener la supuesta falsa denuncia y cambió los dichos del policía que me arrebató de mi casa, para decir que yo habría intentado agredirlo, pero sin éxito, y que él solamente me sujetó. Sabido es que las lesiones no tienen grado de tentativa, por lo cual, el policía que me detuvo, lo hizo sin existir delito alguno ni siquiera comprobarlo. Por lo tanto, lejos está de pretender aparentar una resistencia a la autoridad, cuando su presencia en mi edificio no requería el despliegue de una autoridad que yo debía obedecer. Es decir, no puede detenerme si no hay acusación de delito, máxime cuando yo invocaba en todo caso ser víctima de uno y no tenía pruebas más que los supuestos dichos del personal de Wal Mart, que a la postre se habrían desdicho en su declaración policial posterior, reconociendo mi falta de agresión trocándola por un simple enojo. Por lo demás, resistir a la autoridad demanda la legitimidad en el ejercicio de su proceder y la adopción de medidas tendientes a remediarla, no advirtiendo que un abogado que no cometió delito deba obedecer a un caprichoso y tendencioso obrar policial que no es mas que un abuso de su autoridad. Y más aún cuando ya había ingresado a mi domicilio al que no puede ingresar sin mi consentimiento. No pretendo abundar mas a mi calvario. Es evidente que la policía a la que yo había llamado a través de mi esposa, concurrió a defender los privilegios de la cadena estadounidense. Es obvio que sabía la inexistencia del delito y lo que se quiso reprimir es la denuncia por malos tratos de la empresa e incumplimiento a las normas de comercialización. Además, está claro que mantenerme esposado dentro de mi domicilio, retirarme del mismo, insultarme, alojarme hora y media en un patrullero en la puerta de mi casa, es un abuso a mis más elementales derechos. La situación de las órdenes judiciales no fueron mejores. El Juzgado no fue ajeno. Yo diría que enterado del entuerto el tipo de empresa y el tipo de víctima (abogado, rtv.) el juzgado prolongó el procedimiento al imputarme y sin prueba alguna disponer mi detención y prolongarla por espacio de 12 horas amparados en las demoras procedimentales. Por todos los medios procuraré que este atropello no quede impune. La policía, la corporación judicial, y la empresa abusadora, trabajaron juntas.

GF – ¿Qué sucedió dentro de Wal Mart?

HG – Como dije hice un cordial reclamo y la cosa cambió cuando tomé fotos, la seguridad me empujaba manoteaba e incluso me redujo mediante abrazos, intentando no golpearme para no dejar rastros.

GF – ¿Qué ocurrió en el trayecto hasta tu domicilio y frente al mismo?

HG – Mi esposa fue advertida por teléfono por mi y llamó al 911, supongo que el de seguridad hizo lo mismo. Lo cierto es que al salir del local después de tomar las fotos encontré al patrullero, me acerque para hacer la denuncia y el efectivo lejos de recibirme como víctima me ignoró y se fue hablar con los de Wal Mart. Al ver esto me retiré y me fui caminando hasta mi casa que está a 200 metros. Cuando estoy llegando hasta la puerta el policía que supongo me había seguido, me toma de mi sobretodo, pues yo estaba de traje e intenta impedirme el paso. Después dirá en su denuncia para sostener la supuesta resistencia a la autoridad que me fui corriendo. Esto es un disparate porque además de mis ropas que lo hubieran impedido, él declara que se entrevistó con los de Wall Mart, con uno y con otro y que como le dijeron que yo había provocado lesiones el me corrió. En los doscientos metros es imposible que pueda alcanzarme si yo estoy corriendo si se detuvo a tomar declaración a los supuestos denunciantes.

GF – ¿Cuáles fueron las razones que esgrimieron para detenerte?

HG – En realidad no invocó ningún delito, se mostraba como una persona muy primaria. En realidad decía que lo que le molestó es que me retirara del lugar. Específicamente y en relación a tu pregunta, fue exactamente lo que yo le pregunté es decir, ¿qué delito había cometido? Y no me respondió. Como la puerta de acceso a mi domicilio estaba a 5 o 6 metros, entre que me tomaba de la solapa y me soltaba, yo coloque la llave y pude abrir. Pero lejos de lo que yo pensaba, el policía se lanzó sobre mi ingresando a mi domicilio de prepo. El alboroto trajo al portero y la puerta se cerró de manera tal que el policía invasor estaba en mi domicilio golpeándome y tratándome de reducir, y apartar al portero que trataba de defenderme. Pero el problema era que no podía salir y de afuera llegó más personal policial que clamaba por la apertura de puerta a los que el portero, pese a su voluntad no pudo resistir. Cuando abrió la puerta se desató peor infierno porque la patota ingresó con insultos patadas y en presencia de mi familia, y otros vecinos.

GF – ¿Cómo fueron las 12 horas de detención? 

HG – Un calvario. La policía me sacó de mi domicilio esposado y me condujo al patrullero al que se sumaron dos o tres más y cruzaron la esquina de mi domicilio en Ciudad de la Paz y Nuñez, ante la vista azorada de todo el vecindario que no sabía que ocurría. A mi mujer le dijeron que ya me habían trasladado y no pudo verme dentro del patrullero en el que permanecía solo encerrado con las manos maniatadas torciéndome el brazo y lesionándome las manos lesión que tendré que hacerme ver por un médico. Fueron casi dos horas así. En tanto en la seccional a mi esposa la destrataron y le negaron mi presencia. Finalmente fui conducido a un calabozo, se me soltó las esposas y me pidieron que me desnudara. Obviamente que no lo hice y mi compostura de abogado, mas cuando recuperé la postura física sin las esposas, hizo creer al joven agente que mi negativa no sería fácil de transigir. Por lo tanto me explicaron que tenía que señalar mis pertenencias y que tenía razón que no era preciso mi desnudez. Inclusive al advertir que portaba una buena cantidad de dinero, eligieron llamar a mi esposa y firmar un acta para que ella se las lleve. Parecía que el calvario terminaba, pero nuevamente me llevaron al calabozo y allí me comunicaron que la cosa iba para largo porque insólitamente el juzgado había ordenado medidas de largo cumplimiento que suelen ser innecesarias. Incluso en este regreso al calabozo el personal fue muy amable y desde otro sector, le pidieron que me ingresaran en la celda, a lo cual el sargento les respondió que era innecesario porque yo era un caballero. Textuales palabras. Aclaro que por venir de una reunión, pese a ser sábado lucía impecable traje y sobretodo. El nuevo turno de las 12 cambió las condiciones y me trasladaron a la oficina donde comencé a recibir la llegada de innumerables compañeros que tomaban cartas en el asunto. Pero la policía volvió a insistir mi liberación a las autoridades del juzgado y le rechazaron el pedido hasta que se cumpliera una inútil diligencia.

GF – ¿Qué conclusión sacás de lo ocurrido?

HG – Lo que saco como primer conclusión es que por un lado puede tratarse de acciones concatenadas. Por un lado el atropello de Wal Mart y que es capaz de cualquier cosa, hasta de fraguar una falsa denuncia para provocar lo que provocó. Ellos no están decididos a aceptar las normas del consumo protegido. Son meganegocios instalados en los 90 que no aceptarán fácilmente las reglas de juego. No aceptaron a un Secretario de Comercio de la Nación, menos van a soportar a un abogado sacando fotos para controlarlos. Por otro lado la bestialidad policial de siempre, que acude casi biológicamente a responder por su amo natural que es la empresa y no el consumidor o el ciudadano que denuncia. Y lo hace con su voracidad y desprecio para los que fueron preparados, aun en esta etapa. Y finalmente la percepción de la justicia, que advertida de las implicancias del episodio volcó todo su accionar para lesionar amparada en procedimientos que todos los abogados sabemos que pueden obviarse, pero lejos de ser observancias al debido proceso, son artilugios para consolidar todo un accionar y legitimarlo. Aparentemente son juzgados fuertemente cuestionados.

GF – ¿Cuáles serán tus próximos pasos?

HG – Estoy muy dolorido físicamente, porque el cuerpo al enfriarse comienza a presentar dolores. La solidaridad de todo el arco militante y de mis compañeros de la agrupación Abogados Laboralistas 7 de Julio es un dato no menor. Es un colectivo que pese a no practicar la disciplina penal, concurrió a la comisaría y evitó peores consecuencias. Supongo que el primer caso es defender la causa que me fraguaron. En segundo lugar impulsar la investigación del accionar policial. Y finalmente, toda la composición de las tres concatenaciones Wal Mart, policía, justicia.

*Director La Señal Medios / Area Periodística Radio Gráfica

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