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viernes , marzo 29 2024
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Messi y sus Operadores de Prensa

Más sobre la polémica alrededor de la figura de Lionel Messi,  su rendimiento en la Selección y la comparación con Diego Maradona. 

Por Fernando Infante Lima

La figura de Leonel Messi se ha convertido en un nuevo paradigma que divide a la sociedad argentina. En el ADN del ser nacional se encuentra la antinomia: ¿Boca o River? ¿Ford o Chevrolet? ¿Peronista o Radical? ¿El tango o el Rock?, y la última que se ha tornado inevitable ¿Messi o Maradona?

Una buena parte del periodismo deportivo se ha convertido voluntariosamente en agente de prensa de Leonel Messi. Se inspira en celebrar cada una de sus hazañas. Se desvive por darle títulos grandilocuentes, el más común de ellos es: “el jugador más grande de la historia”.

Ese periodismo considera a Messi inevitablemente como “la figura del partido” en cada uno de sus juegos, como si se tratara de un humanoide que no puede alterar nunca bajo ninguna circunstancia su nivel de rendimiento. Aquí surge necesariamente una pregunta: ¿Puede un jugador cuyo apellido no sea Messi ser la figura de un partido? La inquietante respuesta es, para estos señores, NO. Es curioso que exista una disociación tan grande entre lo que percibe el público y la prensa especializada.

Ese periodismo cree que si un jugador convierte goles o se destaca es gracias a Messi. Si ocurre cualquier hecho excepcional es un partido es gracias a Messi y si los apuras, te dirán que si un día se solucionado el convulsionado clima geopolítico de Medio Oriente, es gracias a Messi.

Si osas criticarlo te saltan a la yugular como si encarnaran en el más feroz de los terroristas. Te convertís instantáneamente en un traidor a la patria, utilizando, claro, un nacionalismo de manual escolar. Si seguís su lógica de pensamiento, Messi no es un simple ser humano, es un sacrosanto, es un ser superior que debemos adorar.

Ese periodismo que comercia con la imagen de Messi, que lo eleva continuamente a disociaciones sobrehumanas, es su peor enemigo. Esa práctica contribuye a que el público sume las más altas expectativas y en tanto no las cumpla, la odiosa e innecesaria comparación con Maradona llegará. Esa comparación no es posible, no porque ocupen distinto puesto o por características de juego, en definitiva son más las similitudes que las diferencias. No es posible porque Diego encarna la épica que es cara al sentimiento del pueblo argentino, ese luchador infatigable que vence en las batallas que parecen perdidas, que nunca se guarda una gota de sudor, ese que tranquiliza a quien mira el partido sabiendo que el milagro vive en su corazón y está en sus pies. El recuerdo es reciente y permanece presente. Diego lleva desde su humilde origen un liderazgo y una capacidad de auto superación difícil de igualar.

Ese periodismo que se muestra impasible y que desconoce la palabra objetividad, le ha puesto a Messi la vara demasiado alta y en tanto mientan para proteger a su elegido, el propio Lio no va a tener la chance de dar a vida a ese héroe, a ese ser alado que tan bien a sabido encarnar Diego. Lio es un gran jugador, dueño de una enorme técnica y nadie puede dudar de su capacidad, pero es un jugador que solo juega cuando todo está ordenado a su alrededor, cuando las condiciones son óptimas y su equipo puede jugar para él. Es un jugador que sucumbe ante la adversidad, ante una marca opresiva, ante un equipo que le exija ser su salvador.

Ese periodismo tiene que entender que la integridad personal de su favorito está por encima de su capacidad comercial, tiene que entender que le hacen mal cuando mienten y le ponen títulos que no le corresponden y que el mismo no siente propios. Tienen que entender que Messi es el mejor jugador de la actualidad y que Maradona es el mejor de toda la historia.

Tienen que sincerar el mensaje y asumir que la realidad que han pretendido instalar es tan equivocada que el propio Messi a decidido renunciar a ella. Tienen que comprender que el ejercicio del periodismo es una función que no se compadece con la de un operador de prensa.

 

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